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La Osteria Ai Pioppi: El parque de atracciones casero sin electricidad



Si alguna vez te encuentras a una hora de Venecia, por los rincones menos explorados de Italia, podrías toparte con un parque de atracciones que no se parece a nada que hayas visto antes. Su nombre es La Osteria Ai Pioppi, y te aseguro que está lejos de ser un parque temático común. Imagina un lugar donde cada atracción —desde montañas rusas hasta columpios gigantes— funciona sin electricidad, impulsada solo por la fuerza de la gravedad y, claro, por la genialidad de su creador: Bruno Ferrin.






UN PARQUE NACIDO DE LA NECESIDAD

Todo empezó hace más de 50 años cuando Bruno Ferrin, un joven comerciante de harinas, soñaba con abrir una pequeña taberna junto a su esposa. Con sus ahorros, compraron un terreno en medio del bosque, pusieron unas mesas bajo los árboles y vendieron algunas salchichas y bebidas. El lugar encantó a sus primeros clientes, y pronto corrió la voz.


Bruno con su mujer Marisa en los inicios de la Osteria (Ai Pioppi)



Bruno pensó: "¿Por qué no añadir algo para que los niños se diviertan mientras sus padres disfrutan de una buena comida?". Así que se fue al herrero local para pedirle ayuda con unos ganchos de hierro para un columpio. Pero el herrero, ocupado con sus propios encargos, le dijo que aprendiera a hacerlo él mismo. Y así fue como Bruno, sin saberlo, empezó su aventura como diseñador de atracciones.

Bruno y su hija Franca en los juegos del parque (1975) (Ai Pioppi)



Ese primer día con la soldadora le costó unas cuantas quemaduras, pero también despertó en él una pasión por crear. Primero fue un simple columpio, luego un balancín… y antes de que se diera cuenta, estaba diseñando estructuras cada vez más complejas. Empezó a construir con materiales reutilizados y a inventar juegos que recordaban su infancia, todos sin electricidad, pero llenos de emoción.

MÁS DE 40 ATRACCIONES PARA TODAS LAS EDADES

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Así es, entrar a Ai Pioppi no te costará ni un euro. Solo hay una condición: consumir algo en el restaurante. Ya sea antes o después de disfrutar de las atracciones (y te recomiendo que mejor sea después, a menos que quieras comprobar cuánto aguantas en una montaña rusa con el estómago lleno). El menú es sencillo pero sabroso, con platos típicos de la región del Véneto: embutidos, guisos, y siempre acompañados de polenta, ese clásico italiano que nunca falta.

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El parque cuenta con cerca de 40 atracciones, divididas en cinco categorías según la edad: desde juegos suaves para los más pequeños hasta algunas para los mayores de 18 años, que requieren algo más que valor para subirse. Un ejemplo es el Giro Della Morte —suena dramático, y con razón—, un artilugio donde tienes que pedalear para mantener la góndola en movimiento en un circuito cerrado que incluye un looping continuo. Y sí, en el punto más alto te quedas cabeza abajo durante unos segundos, todo con un sistema de seguridad… peculiar, digamos.

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A pesar de esto, hasta ahora no ha habido ningún accidente grave documentado en más de 50 años. Algún brazo roto, algún rasguño o esguince, pero nada que haya sido por mal funcionamiento. Cada año, un ingeniero cualificado revisa cada atracción para asegurarse de que todo sea seguro. Así que, por raro que parezca, las cosas están bastante controladas.

BRUNO FERRIN, EL LEONARDO DA VINCI DEL SIGLO XX

En Ai Pioppi, nada se tira y todo se reutiliza. Las camas elásticas, por ejemplo, están hechas con anillas de goma de tuberías, que se cambian cada semana. ¿Un balancín giratorio? Bruno se inspiró en una centrifugadora que vio en un documental de astronautas y pensó: "¿Por qué no hacer una para la Osteria?". Hay una atracción que compró a un herrero por nostalgia de sus años en la marina: un cañón militar convertido en un juego infantil. Y así podríamos seguir con cada una de las curiosas atracciones del parque.

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UN CREDIT ES UN CREDIT

Según la Roller Coaster Database, Ai Pioppi tiene cinco "credits" (montañas rusas reconocidas por la comunidad de aficionados), aunque solo tres están operativas hoy en día. Todas tienen en común un funcionamiento peculiar: el usuario debe remolcar con su fuerza el vehículo hasta la cima de la estructura. Una vez allí, sueltas el freno de mano y te lanzas por una pendiente que te lleva al otro extremo y de regreso al punto de inicio. La más famosa de todas, Bob, es una montaña rusa de tipo "dueling", con dos vehículos que corren en paralelo y curvas que desafían la física.


Una de las atracciones más queridas del parque era Pendolo, la única que funcionaba con un motor eléctrico. Pero después de varios años de “mantenimiento” indefinido, su destino es incierto. Y luego está Catapulta, que prometía ser la primera montaña rusa propulsada del parque con un sistema de lanzamiento basado en contrapesos. El proyecto quedó en el aire y, aunque nunca se inauguró oficialmente, los videos de prueba muestran un sistema de fuerzas que daba un poco de yuyu…




Más que un parque de atracciones, Ai Pioppi es un testimonio de la creatividad y la pasión de un hombre que decidió hacer las cosas a su manera. Es una lección de sostenibilidad, ingenio y, sobre todo, de cómo un pequeño sueño puede crecer hasta convertirse en algo grande y memorable. Así que, si alguna vez estás por el Véneto, no dudes en pasarte y disfrutar de este lugar tan único.



Nos vemos en la próxima aventura, exploradores, y como siempre, ¡gracias por acompañarme en este viaje!