Llega una nueva temporada de halloween y con ella una nueva oportunidad para hablar de ese pasaje del terror que visito de forma anual y que aparte de a mí no le importa a nadie más en este mundo: el túnel del terror del Camping De La Marina. Motivado por el desempleo juvenil y aburrimiento otoñal, un año más decidí a explorar una de las pocas ofertas de halloween que podemos encontrar por la zona de la provincia de Alicante. En una mini review que nadie ha pedido pero que todo el mundo espera os cuento qué esperar de uno de los pasajes del terror más camp que existen en nuestra geografía nacional así cómo de su parque acuático aledaño. ¡Vamos allá!
Fer, ¿qué es eso de Expediente Samay?
Un año desde mi última visita descubrí que en una suerte de síndrome dosmilero al más puro estilo Tamara-Ambar-Yurena, el clásico Camping La Marina se ha rebrandeado como Samay La Marina. No hartos de su despliegue en técnicas de branding, el camping nos propone su ración delulista con el empaque creativo del pasaje del terror de este año, bautizado como Expediente Samay: El Último Rito. Como persona curtida en este clásico otoñal durante años y años, comienzo ha encontrar un cierto paralelismo entra las programaciones didácticas de las oposiciones de primaria y los hilos conductores de los pasajes de La Marina. Si en el caso de las programaciones de primaria son los éxitos de taquilla del género de animación los que marcan la convocatoria, son los lanzamientos cinematográficos de terror más exitosos del año los que determinan cómo se vende este pasaje.
Si bien el año pasado nos propusieron El Orfanato De Art Terrifier, este año la balanza ha recaído sobre el filme de terror más comentado del año, la entrega concluyente de la saga de Expedientes Warren. Claro está, todo está diseñado de forma paródica y evadiendo cualquier referencia excesivamente cantosa que pudiera desembocar en una citación en los juzgados. Si ellos fueran un musical, serían Fronze de Leticia Sabater. Tampoco sorprende que una vez transcurrido el portal de entrada apenas encontremos referencia alguna sobre el propuesta inicial y que la colección de escenas que atravesamos sea un popurrí de temáticas sin apenas cohesión entre sí. Un desvarío que, sin embargo, en el contexto de un pasaje del terror firmado por el equipo de animación de un camping resulta perdonable y hasta entrañable.
¿Cómo, cuándo y dónde visitar Expediente Samay?
Si queréis probar Expediente Samay no tenéis más que dirigiros a la recepción del camping y reservar vuestra franja horaria. El coste son 7 euros, dos más que en la pasada edición. Es necesario reservar pronto por la mañana puesto que las plazas vuelan y están principalmente enfocadas a huéspedes, así que ya estáis avisados. El pasaje se celebra los viernes y fines de semana de octubre y la primera semana de noviembre. Mientras que los sábados y domingos se realiza en horario de noche (de 21:30 a 00:00), los viernes hay pases en un horario reducido (de 12:00 a 13:00). Sea como fuere, llegar pronto y aprovechar para sacar el pase de día por solo 12 euros es una gran estrategia. Aunque no estemos en verano, el parque acuático continúa abierto y podéis montaros un día pseudoparqueril sin ningún tipo de attendance por menos de 20 euros.
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Prometo que por dentro es menos cutre de lo que parece |
Aproximadamente una hora después de sacar el ticket para el pasaje ya me situaba en la terraza del restaurante, el punto de inicio del recorrido. El amateurismo de la decoración exterior y lo discreto del lugar hacen difícil aventurar que el interior esconda casi diez minutos de claustrofóbico y sorprendentemente bien tematizado recorrido y un elenco de actores excepcional. Llegaba con las expectativas algo bajas, si bien en años anteriores el pasaje mantenía un listón muy alto, la última edición me decepcionó con un nivel de impactos muy bajo y decorados prácticamente calcados de 2023.
Mi experiencia este año...
Ni rastro queda el pasaje del año pasado, Expediente Samay se coloca fácilmente como uno de los mejores pasajes que he podido hacer en bastante tiempo. Mérito que tiene especialmente sabiendo que no estamos hablando de un producto diseñado en un contexto profesionalizado, sino por un equipo de animación de un complejo vacacional. Mis miedos de que el hecho de entrar en el pase diurno hiciera que la experiencia estuviera a medio gas se disiparon rápidamente. Conté más de quince actores que estuvieron dándolo absolutamente todo. Entramos en un grupo de solo tres personas, por lo que todos los sustos se concentraron y tuvimos una experiencia muy íntima y personalizada. A eso se le suma que fuimos el segundo grupo del día en entrar, por lo que también pillamos a los actores a full de energía y se cebaron con nosotros como quisieron.
El factor miedo “family friendly” de años anteriores se disipó por completo a las pocas escenas en cuanto los actores empezaron a tocarnos, agarrarnos por detrás e incluso zarandearnos y empujarnos. No he estado nunca en un pasaje con tanto contacto físico real y fue algo muy inesperado e intenso para el lugar donde se encuentra y por la experiencia previa en otros años. No todos los scarejumps se basaron en el contacto humano, con otras técnicas bastante sorprendentes y que se salen del sota, caballo, rey… Sustos desde el suelo (este es un clásico que no deja de sorprenderme), por detrás, por cuadros falsos donde se despega el tapiz, elementos físicos que hay que mover manualmente para continuar y un final chulísimo y súper camp que es completamente nuevo y me dejó literalmente a cuadros.
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Salida del pasaje |
El uso de la iluminación y efectos especiales también han mejorado respecto el año pasado. Mismamente la primera escena era completamente a oscuras con luces estroboscópicas que se activan regularmente para ayudar a escapar de un laberinto de sábanas blancas y en el que por supuesto los actores lo dan todo para pillar desprevenidos a los visitantes. La tematización también está completamente renovada respecto al año pasado, incluyendo escenas más estrechas y desorientadoras. Las temáticas son variadas y aunque es obvio que hay limitaciones y ciertos sets se quedan pobres, hay otras muy bien resueltas y casi al nivel de un parque temáticos. Se recrean bosques con vegetación de verdad, un puente colgante donde andamos a medio metro del suelo mientras nos asustan por debajo, cementerios con gárgolas, escenas de temática mexicana, un restaurante terrorífico…
From Dusk Till Dawn (versión Drag Race España)
El final fue sin duda lo que más me impresionó e hizo que saliésemos con muy buen sabor de boca. Nos metieron en una sala completamente a oscuras y nos hicieron pegarnos a la pared. Las luces se encendieron con un gran fogonazo y apareció una drag queen vogueando por una gran pasarela directa a nosotros. Diferentes indicaciones en una pantalla nos animaban a bailar con ella, hasta que la sala se apagaba por completo y otro personaje estratégicamente escondido arrancaba una motosierra y nos perseguía corriendo hasta la salida. Sin duda una escena muy ingeniosa, coreografiada y con bastante factura en producción, algo no tan habitual de ver en pasajes del terror españoles y menos en un camping. Valoro también muy positivamente los esfuerzos en darle una vuelta al típico truco old school de la motosierra.
No esperéis un producto que vaya a revolucionar el paradigma nacional de pasajes del terror, pero sí algo completamente camp, inesperado y mejor de lo que cabría esperar para el contexto donde se ubica. Creo que precisamente el gran valor que tiene Expediente Samay es ese, el de ofrecer un pasaje que juega a estar en una liga profesionalizada pero con la esencia costumbrista creada por un equipo de animación de un camping costero. Los grupos tan reducidos, la personalización de la experiencia y el delulismo y bizarrismo creativo que gasta bien justifican una visita si os pilla cerca.
Celebrando halloween en un parque acuático
La diversión no hizo nada más que comenzar con el pasaje del terror. Rápidamente me cambié y me puse el bañador para disfrutar de las piscinas gracias a los casi 25 grados de temperatura que hacía y el soleado día. Obviamente, a mediados de octubre el attendance fue lo suficientemente bajo como para no tener que hacer nada de espera en ninguno de los toboganes durante toda la jornada. No seríamos más de 50 los bañistas que nos repartíamos por las diferentes zonas del parque acuático, principalmente y guiris y algún local incauto.
La zona de baño de Samay La Marina se estructura principalmente en dos grandes áreas. La primera área es la más antigua del resort y es principalmente de baño, sin grandes actividades acuáticas. Aunque ahora opacada por las torres de toboganes de reciente creación, fue durante muchos años la envidia de muchos campings de Alicante. Recuerdo con cariño las galas nocturnas que se celebraban a principios de la década del 2010 con baño bajo las estrellas y cena al aire libre. Mi familia y yo solíamos sacar el pase de día para bañarnos en el jacuzzi, nadar entre los animales esculpidos en piedra que conforman el theming de la piscina o tomarnos un refrigerio en el bar acuático.
Entre palmeras y estructuras rocosas esta zona está principalmente conformada por piscinas de no demasiada profundidad que serpentean sinuosamente formando un ecosistema propio. El que sin duda era el punto más concurrido de la piscina es su tobogán en hélice esculpido entre rocas artificiales. Su inicio algo abrupto seguido de una curva muy peraltada lo hacían divertido tanto para los más niños como para los que no lo eran tanto. Su peculiar landscaping entre rocas y las cascadas de agua que chocaban contra su tramo final también le daban un toque más personal de lo que solemos a estar acostumbrados a ver no solo en campings, sino en parques acuáticos. Pese a que su popularidad no es la misma que antaño, sigue siendo un imán de bañistas en busca de emociones “fuertes” de 15:00 a 17:00, intervalo en el que las nuevas torres de toboganes cierran por el descanso de mediodía.
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Si eres de Alicante y no conoces este tobogán, no has tenido infancia |
La segunda zona, creada en torno al año 2015 bajo el nombre de Aguamarina, respondió a la necesidad de responder las nuevas demandas de un camping en crecimiento continuo que a día de hoy es de los más punteros de España. Su oferta, prácticamente equiparable a la de un parque acuático promedio, incluye dos áreas diferenciadas, una con clara temática polinesia dirigida a los más pequeños y otra sin una clara intencionalidad temática enfocada a un público más amplio.
La piscina infantil realmente esconde oferta para todos los públicos, con dos zig zags (uno cubierto y otro al aire libre) perfectamente disfrutables para los no tan niños; y el tobogán más alto de la estructura, un hidrotubo completamente cerrado y que en la posición correcta es capaz de alcanzar una velocidad más que notable. Por descontado, hay todo tipo de chorros y toboganes de menor envergadura especialmente diseñados para los más pequeños. Un gran cubo de agua que cae de forma espaciada sobre la piscina termina de completar la oferta.
La parte más interesante a nuestros ojos probablemente sea la gran torre metálica de toboganes. Aunque mucho más discretamente tematizada que su homóloga, también ofrece pequeños elementos fácilmente identificables con la cultura caribeña. De izquierda a derecha ofrece dos zig zags (uno completamente abierto y otro parcialmente cerrado), un gran kamikace y unas pistas multiracer. Probablemente lo más estimulante de esta oferta fuera poder repetir una y otra vez en el kamikace, especialmente sabiendo que presenta una ligera inclinación ascendente en su tramo final (apenas perceptible al ojo) que adoptando la postura correcta nos hará volar ligeramente antes de impactar en la piscina.
Fue un rato muy agradable y un planazo para echar lo que quedaba de día por unos míseros 12 euros. Las tumbonas y las sombrillas eran completamente gratuitas y también tuvimos tiempo de echar una cabezadita y leer un rato. Aunque no hicimos uso de esos servicios, el pase de día también incluye acceso al gimnasio del camping y un trenecito que en cinco minutos te deja en la playa. Jet2Holidays, supera eso.
Lo que me dio muy mala espina fue el casi nulo control de los socorristas en las piscinas. Como estamos en temporada baja su presencia es casi imperceptible por estas fechas. En los toboganes muchos visitantes se tiraban con posturas prohibidas (de espaldas, de cabeza, en cadenas de hasta 4 niños…) con total impunidad. No estoy hablando de toboganes infantiles, sino de los zig zags de mayores por ejemplo. Muchas veces no se respetaba la distancia de seguridad porque no había nadie que diera la salida. Mismamente yo me estampé con un niño que se quedó atascado a mitad del recorrido de uno de los toboganes y milagrosamente no acabó en tragedia. Destacar que había un tobogán fuera de servicio sin agua y algunos niños estuvieron escalándolo desde la piscina hasta arriba sin que nadie les reprendiese. Da muy mal cuerpo pensando que puede ocurrir un accidente.
Aunque no tengo pruebas empíricas de esto, pongo la mano en el fuego de que no se estaban cumpliendo la normativa de estatura de los toboganes. Existe una restricción de 1,10m para tirarse por lo toboganes de adultos y no había rastro de ningún socorrista chequeando esto en la zona de salida. Como resultado habían críos que no tendrían más de 2 o 3 años tirándose con manguitos. Niños que bajo mi percepción (tengo 6 dioptrías en cada ojo pero no soy gilipollas) no llegaban ni por asomo a la estatura mínima. Me sorprendió mucho porque no he visto tal sensación de libertinaje en cualquier otro parque acuático.
Pese a esto me lo pasé muy bien y os recomiendo que si estáis por la zona y buscáis un plan divertido para celebrar halloween consideréis esta combinación explosiva de pasaje + parque acuático. Si no sois tan kamikaces como yo y no os apetece esto del baño en octubre, también el camping ofrece un circuito spa bastante completo por 25 euros que podéis combinar a la percepción con una visita al pasaje del terror.
