Los que me conozcan sabrán que mi escapada anual a PortAventura es algo sagrado. Solo o acompañado, pero nunca puede faltar. Desde hace un par de años septiembre se ha convertido en mi mes de confianza para darme el caprichito. El curso apenas comienza y me puedo permitir el lujo de escaparme un par de días, los precios son muy llevaderos por esta época y hay ofertas puntuales que dan bastante juego, el clima suele ser bueno, la afluencia es bajita y apenas hay atracciones en refurbishment. Este año se presentaba especialmente interesante, con las vistas puestas a probar la nueva experiencia de realidad mixta de PAP "Hysteria En Boothill" y con la promesa hecha a mi bestie parqueril Thiago de introducirme en el mundo de las roller coasters intensas atreviéndome a riddear "Furius Baco". ¡Vamos allá!
Desde Alicante la comunicación vía ferrocarril con Tarragona es bastante precaria a nivel de tiempo de trayecto, conexiones y horarios. Actualmente la ciudad costera tiene dos estaciones de tren que ofrecen servicios de larga distancia, Tarragona y Camp de Tarragona. La segunda queda automáticamente descartada para mí por su lejanía con el parque, únicamente sorteable mediante un taxi probablemente más costoso que el propio billete de tren o con un bus con solo tres frecuencias diarias del que tampoco existen muchas referencias en internet. La estación de Tarragona sí se encuentra en el centro de la ciudad, a escasos 10 kilómetros de PortAventura y conectada con el servicio de Rodalies.
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Las obras del túnel pasante de Valencia |
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El delta del Ebro marca la entrada a tierras catalanas |
Tras un viaje más llevadero de lo esperado y con solo 5 minutos de retraso llegué hasta Tarragona. Desde allí se puede sacar de forma gratuita un billete de Rodalies hasta el parque simplemente mostrando el billete de larga distancia. Se trata de una ventaja muy poco conocida llamada "Combinado Cercanías" que ofrece Renfe a todos sus viajeros de AVE y otros servicios de larga distancia sin incluir Avlo para desplazarse desde las estaciones de origen y destino en Cercanías y Rodalies. La opción ideal es coger la R17 o la RT2 que en escasos diez minutos te dejan a las puertas del Hotel El Paso, pero tienen horas de paso que me suelen ir fatal. Por eso suelo recurrir a un lifehack que me descubrió Thiago que es coger la R14, R15 o R16 y bajarse en la parada Vila-Seca. Desde allí se toma un taxi y en cuestión de tres minutos te deja en la puerta de tu hotel. Rápido es, pero el susto de los 15 euros de taxi por los escasos 4 kilómetros que hicimos todavía me corre por el cuerpo.
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Para ir a PortAventura en Rodalies una alternativa es pillar el tren a Tortosa y bajarse en Vila-Seca |
Ya en las inmediaciones del parque me dispuse a hacer rápidamente el check in en mi hotel para irme corriendo a exprimir las escasas dos horas de apertura que quedaban de parque. Como en mi último viaje me decanté por el Hotel Belvedere, situado a solo 5 minutos a pie del resort y con precios muy muy competitivos. Es un tres estrellas turístico que os será más que suficiente si vuestras expectativas del hotel es dormir y poco más. No obstante, la habitación estaba recién reformadita, tiene una piscina muy correcta con dos "credits" acuáticos que por horarios no pude probar o incluso servicio de SPA y gimnasio. Muy limpio y el personal bastante amable las dos veces que he ido. El día de la salida incluso no tienen ningún problema en guardar el equipaje sin ningún costa adicional.
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El pasillo recién reformado |
El coste por dos noches a media pensión fue de algo más de 170 euros, muy asequible para la zona y sobretodo el rango de precios en el que se mueven los hoteles oficiales del resort. Cada vez que voy salgo sorprendido de la calidad del buffet del desayuno, con showcooking de tortillas al gusto, crepes, churros y otras opciones muy llamativas como zumos de frutas exóticas recién exprimidas. Incluso los típicos pastelitos como palmeras o bollitos los hornean ellos al momento y están especialmente blanditos. Los embutidos, de hecho, los cortan al momento con una máquina que tienen en la isleta del buffet y quedan genial combinados con las rebanadas recién braseadas al fuego. El buffet de la cena, en cambio, es algo más normalito sin ser para nada malo. La oferta de comida es más similar a hoteles de su categoría, con porciones de pizza, alguna sopa, pastas, verduras y carnes.
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Las Babys de Aitana hacía las delicias de los niños de la minidisco de la piscina |
Inicialmente pillé las entradas para los 3 días de estancia (1 día PortAventura, 1 día PortAventura + Ferrari Land y un último de Caribe Aquatic Park) por 80 euros en una oferta de verano de la web oficial. A pocos días del viaje salió un nuevo código de descuento del 50% con motivo de la vuelta al cole. En definitiva, finalmente me salió todo el pack por el irrisorio precio de 43 euros, una locura. El planning era el siguiente: el primer día exprimiría las dos horas que quedaban hasta el cierre en el main park y me volvía a descansar y a cenar, el segundo día a full combinando PAP y pasándome a Ferrari Land cuando el primero cerrase a las 18h; el tercer día lo dedicaría a Caribe hasta que tuviera que irme a las 2 de nuevo a pillar el tren de vuelta a casa.
Así con todo tiré Avenida Pere Molas hasta el puente de acceso al parque para amortizar las escasas horitas que quedaban hasta el cierre. Foto de rigor en el paredón de la fuente de taquillas y para adentro. Era domingo y además el Caixa Day que suelen celebrar cada año sobre estas fechas, por lo que la afluencia se antojaba algo más tortuosa que en los sucesivos lunes y martes. Sin tiempo para pararme a fotografiarme con el Woody de la plaza de entrada de Mediterrània comencé un paso ligero hasta Grand Canyon Rapids, mi vieja confiable para romper el hielo cada vez que visito el parque por el poco tiempo de cola que suele tener y por mi predilección por las atracciones tipo rafting, más aún cuando están bien tematizadas como esta. Sabiendo que estos rápidos nunca han destacado por su duración ni por sus efectos de agua creo que perdieron bastante con el cambio de barcas de hace unos años, que permite menos si cabe que se cuelen salpicaduras dentro de las barcas. Tampoco estaba activado ningún efecto de agua como el geyser del final, aunque tuvimos "suerte" de que unos visitantes nos mojaran con las pistolas de agua de mitad del recorrido.
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Los estragos del Caixa Day |
Eché a correr en busca de Thiago, que acababa de salir de trabajar hace un rato y tuvo el detalle de acercarse a pasar lo que quedaba de tarde conmigo. Se me hace difícil conocer a alguien que conozca tanto sobre el parque, sobre estrategias y trucos para sacarle el máximo provecho a la visita, por lo que su compañía aquí siempre me resulta de gran valor. Acordamos comenzar a escalar intensidad con una buena dosis de Stampida. Siempre me he considerado bastante rojo en muchas facetas de mi vida, pero no pudimos resistirnos meternos en el lado azul de la cola al ver que estaba prácticamente vacía. Decir que riddear Stampida es una experiencia suave y llevadera sería mentir, pero le tengo especial cariño a esta coaster y nunca falta en nunguna de mis visitas al parque. Ese componente competitivo con el tren contiguo, los puntos de cruce del recorrido, su layout tan juguetón y el primer drop merecen las vibraciones y golpes que inevitablemente conlleva catarla. Por si os sirve el truco, no apuréis demasiado el lapbar de seguridad y pegad bien la espalda en el asiento, lo agradeceéis. Si tenéis la oportunidad no dejéis de probar la wooden en última fila, el primer drop sabe mucho mucho mejor.
Thiago empezó a insistirme con mi promesa de probar Furius Baco por primera vez. Sería una incursión de lleno al mundo de las montañas rusas "de mayores", un universo hasta entonces oculto para mí. Me aterrorizaba la idea de ponerme del revés, un miedo irracional que he tenido desde bien pequeño. La idea de lanzarme a 130 kilómetros por hora me producía pavor a la vez que una ferviente curiosidad, aunque hacerlo en una intaminada históricamente tan infame por sus vibraciones y dolor no me inspiraba demasiado confianza. Mi idea durante todo el día era correr un tupido velo sobre el tema y esperar a que el día siguiente me levantara más iluminado. Mientras intercambiábamos argumentos le convencí para una ronda de Silver River Flume. La idea era acabar rápido de allí y meternos a la cola de Furius pocos minutos antes de las 7, cuando cortaban accesos coincidiendo con la hora de cierre del parque.
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Momentos antes de mi primera inversión |
Ya remojaditos (igual más de la cuenta por la forma en la que empezaba a refrescar a esas horas de la tarde) pusimos rumbo a la Masía del doctor. Ya había decidido que sí que subiría, aunque seguí haciéndome de rogar ante Thiago por si en el último momento me echaba para atrás. Veía a niños de 8 y 9 años montándose y repitiendo con una sonrisa. ¿Acaso mis futuros alumnos de Primaria no merecían que su profe se montara con ellos a todo cuando me tocara venir con ellos en las excursiones de fin de curso? Por descontado una de las condiciones de aceptar a subir era hacerlo en el asiento interior. No tendré experiencia riddeando coasters intensas pero no soy gilipollas. Estar curtiéndome en la materia desde los 3 años en foros y webs hace que no pueda obviar ese tipo de detalles y me acaben condicionando. Tras una cola que discurrió más rápido de lo que me hubiera gustado ya estábamos en la zona de embarque. Fila 4, asiento interior izquierdo, no me podía creer que lo estaba haciendo. Quedamos en que Thiago me guardaría la mochila personalmente para no poder echarme atrás con el arnés ya cerrado. Cuando ya estaba todo listo me encontré con un último escollo, me tenía que quitar mis gafas graduadas porque había riesgo de que saliesen volando. Probablemente si lo hubiera llegado a saber antes no hubiera montado, pero ya con el arnés cerrado no me quedó otra que aceptar. Tengo unas 7 (solo 7, ¿curioso no?) dioptrías en cada ojo y sin gafas me siento muy vulnerable y desprotegido. Apenas podría ver las pantallas del pre show e intuir cuando venía el momento del gran launch.
Finalmente allí estaba, de 0 a 130 kilómetros por hora en alrededor de 3 segundos, ¡qué pasada! No recuerdo el momento con terror ni con angustia, sino que me gustó desde el primer momento. Sí es cierto que las vibraciones (soportables, eso sí) que comenzaron a evidenciarse en torno a la primera curva tras la recta del lanzamiento me pusieron un poco sobre alerta, pero me estaba encantando la experiencia. Incluso tenía ganas de experimentar esa desconocida para mí sensación de estar cabeza abajo en una montaña rusa en un chute sin igual de adrenalina. Fuimos pasando por las trincheras, pasamos por el túnel y antes de darme cuenta ya estaba pasando el Heartroll. Al final incluso me supo a poco, ¿esto es lo que tanto miedo me daba? Al bajar mi cuerpo se inundó de una sensación común a todo el que alcanza un logro que hasta hace poco parecía imposible, lo relativizas y caes en la cuenta de que no era tan difícil de conseguir como tú mismo pensabas.
Hoy he probado Furius Baco por primera vez. Mi primer looping, mi primer launch, mi primera coaster "de mayores". Nunca creí que podría superar ese miedo. Ahora empiezo a disfrutar. pic.twitter.com/OuzSacH4jF
— Perdidos En La Odisea | Parques temáticos (@perdidos_odisea) September 15, 2024
Obviamente inmortalicé el momento ("un pequeño paso para el hombre, un gran paso para Fer" Thiago dixit) en formato videoride previo pago de 16,95 euros. La aplicación donde se descargan los videos me daba error y con esas me entraron ocho microinfartos seguidos. Mi última proeza parqueril fue atreverme con Stampida hace 3 años y el photo ride se perdió en el bus de vuelta a mi casa, así que no quería correr la misma suerte esta vez. Ya eran pasadas las 7 y la tienda de Furius ya había cerrado. Seguramente en esos momentos los servidores del video ride se encontraban triturando todos los vídeos almacenados durante la jornada, incluyendo por supuesto el mío. Tras 759 mensajes de "código no válido" Thiago me agarró el teléfono y toqueteando las opciones de la app consiguió descargar el vídeo. Sigo sin saber cómo.
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Contra todo pronóstico, |
Esa noche mandé a la porra la media pensión del hotel que tenía contratada y nos fuimos a cenar al centro de Salou. Había que celebrarlo, teníamos muchas cosas de las que ponernos al día y que planear. Acabé exhausto, demasiados kilómetros recorridos y emociones vividas en un solo día. Una buena duchita y a la cama.
En el próximo capítulo tocará revivir el segundo día en el parque y el efímero "after" en Ferrari Land. Prometo dejar a un lado la visceralidad y ser más orgánico y conciso. Hasta entonces, ¡gracias por explorar juntos!