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The Yellow Strap Trip: Viaje a Disneyland París 2025 - REVIEW Día 1

 


¡Buenas exploradores! Apenas una semana después de mi regreso de tierras francesas me animo a compartir con vosotros la primera de las tres partes de la review de mi último viaje a Disneyland París. Una review que os prometa vendrá cargadita de un montón de material fotográfico y consejos muy útiles. También vendrá cargada de visceralidad, ya que han sido unos días muy especiales para mí. Este ha sido mi primer viaje al extranjero hecho de forma independiente y el que me ha abierto las alas para echar el vuelo a otras muchas aventuras que están por venir. Aventuras que os puedo asegurar no puedo esperar más para experimentar y para las que mi maquinaria interna ya trabaja de forma interna para poder cumplir.


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Hacía 8 años que no pisaba un parque parisino de la franquicia Disney. Corría 2017 y por aquel entonces yo tenía 13 años. Disneyland Park y Walt Disney Studios serían mis primeros parques temáticos extranjeros que visitaría. Lamentablemente, a día de hoy y tras volver a llegar a España siguen siendo los únicos. Me interesaba comprobar hasta qué punto cambiaría mi visión del resort tantos años después y con una mirada mucho más adulta y analítica. Aunque en cualquier otra circunstancia 8 años deberían haber dado de sí mucho más en términos de novedades y expansiones, tenía muchas ganas de conocer el nuevo Avengers Campus y de probar muchas atracciones que en mi anterior visita estaban en reburbishment. Y para qué engañarnos, la comodidad, cercanía y amplitud en las conexiones respecto a España hacen de Disneyland París un buen lugar en el que evadirse unos días sin ninguna preocupación más allá de tirar correctamente de los "yellow straps" antes del inicio de cada ride a la señal del operador.


La idea comenzó a forjarse alrededor del mes de septiembre en una de las maratonianas videollamadas con mi mejor amigo parquerista Thiago. Queríamos escaparnos como fuera y vimos del mes de enero una oportunidad perfecta. Attendance muy agradable, vuelos tirados de precio, tarifas muy ajustadas en los hotoles Disney por la temporada baja y muy poquitas atracciones en refurbishment. La que más nos dolió y con mucha diferencia fue mi querida Big Thunder Mountain (Ouch!), a la que a día de hoy sigo guardando mucho cariño por ser el primer credit "importante" que me pude echar a la cartera.


PREPARACIONES ANTES DE DESPEGAR...


Con todo y tras andar entre repetidos dimes y diretes, el itinerario y los datos principales del viaje se nos quedaron así:


  • Viernes 31 de enero: Vuelo a primerísima hora hasta Charles De Gaulle y tren hasta Marneé La Valle. Check in y Disneyland Park
  • Sábado 1 de febrero: Extra Magic Hour y primeras horas de la mañana en Disneyland Park. Comida y tarde hasta el cierre en Walt Disney Studios
  • Domingo 2 de febrero: Extra Magic Hours y mañana en WDS. Comida y últimas horas en DLP. Tren hasta Charles De Gaulle y vuelta a España
  • Hotel: Disney´s Sequoia Lodge (habitación standard) con pensión completa plus

No os puedo concretar exactamente cuánto nos contó la totalidad del viaje porque fuimos pillando cada cosa por separado y a destiempo. Lo que sí os recomiendo es que reservéis por la página web bookaris.com , que al igual que para reservas a PortAventura y otros parques temáticos os permitirá ahorraros unos cuantos euros. Lo gestionan ellos y vinculan automáticamente la reserva a tu cuenta de la aplicación de Disneyland París.


Esta aplicación de hecho es una de las principales novedades que noté respecto a mi primera visita en 2017 en cuanto a la forma de gestionar las semanas previas al viaje. La aplicación es una aliada fundamental no solo durante la visita (puedes acceder a los Magic Pass de los integrantes de la reserva, saber cuántos cupones de comida quedan por gastar y revisar las colas del parque), también antes de la misma. Desde el mismo momento de la reserva podréis ir realizando reservas en los restaurantes del parque para las fechas de vuestra estancia. No dejéis este trámite para semanas antes de vuestro viaje, las mesas literalmente VUELAN. Os recomiendo si vais con plan de comida haceros un planning desde el primer momento de los restaurantes a los que iréis cada día para poder reservarlos con la aplicación y aseguraros una mesa. Nosotros reservamos tres meses antes del viaje y ya no quedaban mesas para dos en Downtown Reataurant del Hotel Nueva York para la cena del primer día. Nos quedamos un poco WTF aunque al final conseguimos mesa de una forma un tanto rocambolesca. Aunque ya íbamos a tiro hecho porque conocemos la orografía gastronómica del resort de antemano, os dejo un artículo chulísimo de Pablo de Parque Temático donde podéis haceros una idea de los restaurantes que merecen la pena y cuales son más next.




El tema del plan de comidas es complejo y cada persona es un mundo. Yo personalmente creo que me mereció mucho la pena y lo volvería a repetir con creces. Ya veréis mis experiencias en cada restaurante del resort en la review, pero poder ir con la tranquilidad de tenerlo todo pagado y con la calidad que ofrecen no tiene precio. A diferencia de mi primera visita, hay muchas menos restricciones a la hora de elegir restaurantes, con restaurantes de mesa de alto calibre como Walt´s o Bistroz Chef Remy incluídas en las pensiones más económicas. La media pensión incluye tantos desayunos y comidas diarias como noches de hotel reservéis. La completa, además de incluir la comida restante incluye una comida extra para el día de salida, por lo que iréis 100% cubiertos. 

Antiguamente independientemente del hotel donde estuvieras alojado podía seleccionar pensión Standard, Plus o Premium. Ahora no: la categoría viene supeditada al hotel en el que te alojes, aunque los hoteles económicos permiten hacer upgrades a pensiones mejores. Es parecido a las tarifas de las operadoras de teléfono, siempre puedes pagar más para acceder a tarifas premium pero no bajar a planes telefónicos inferiores. En nuestro caso teníamos la Plus al estar alojados en el Sequoia, hotel de categoría intermedia. 





Además de reservar restaurantes mediante la aplicación también puedes realizar peticiones especiales para la habitación (cuna, ubicación preferente...), añadir el Photo Pass o incluso hacer el check in online. Esto es simplemente introducir los datos y documentos de los viajeros para agilizar la llegada al hotel. Ya lo comentaré más tarde pero realmente no merece demasiado la pena hacerlo (o al menos apenas notaréis la diferencia). Finalmente, con la app también se os activará una cuenta atrás diaria hasta la fecha de vuestro viaje, perfecta para echar capturas de pantalla y fardar de sueño húmedo de clase media española por los grupos de WhatsApp de familiares y amigos.

DÍA 01 - 31 DE ENERO

Bueno, que con esto me despierto (qué cojones, me despierta el despertador, ni que yo tuviera cuerpo a hacerlo a esas horas) a las 4 de la mañana con intención de poner rumbo al aeropuerto de Alicante alrededor de las 4:45. Mi mayor miedo de coger vuelos tan madrugadores es que en detrimento de ganar horas de parque y de viaje llegue derrotado por los suelos y sin cuerpo de hacer nada, por lo que la noche anterior me fui a dormir cautelosamente pronto con intención de hacer un número decente de horas de sueño. Mi gozo en un pozo los nervios del viaje y otros asuntos me tuvieron dando vueltas toda la noche sin pegar ojo y me levanté con ganas de remover el vaso del ColaCao con un cuchillo afilado.


Mi madre, que tiene el cielo ganado por seguir mis excéntricos horarios de viaje, me dejó en el aeropuerto de Alicante a eso de las 5:30 de la mañana. Las puertas de embarque abrían a las 6h y el vuelo salía a las 6:40h. Con tiempo y con ganas de pasearme por la Duty Free fingiendo tener intención de comprar algo más aparte de botellas de agua crucé el concurridísimo control de seguridad. Haciendo algo de tiempo (al final mucho más escaso de lo que había previsto) me crucé con una rocambolesca y fascinante a partes iguales iniciativa de Aena. Se trataba de Aerovisión, una cabina de karaoke con la que optar a ganar dos tickets para la final de Eurovisión en Basilea. Mis instintos de periodista eurovisivo jubilado y de mamarracha se acercaron para empaparse de más detalles, pero al parecer el invento arrancaba a patir de las 10 de la mañana, hora mínimamente católica para que las cuerdas vocales de los participantes tuvieran un mínimo de engrase. Lo ciertamente curioso es el calco inequívoco de la identidad gráfica del Benidorm Fest para la cartelería del Aerovisión, asumiendo con total beneplácito de RTVE.




Volaba con Vueling con todo lo que ello implica, comenzando por las azafatas más bordes y ordinarias de toda la flota puestas por la aerolínea para organizar el proceso de embarque. Lamentable también la no tan nueva e ilegal política de la filial low cost de cobrar un suplemento por subir a bordo la maleta de cabina de toda la vida. La justicia ya ha dictaminado como abusivas e ilegales las políticas de esta y otras aerolíneas como Ryanair, pero los dilatados procesos judiciales y las sanciones irrisorias a las que se enfrentan hacen que se resistan a acatar las sentencias. Para los no familiarizados a esto de volar como yo también es una tomadura de pelo la obligación implícita de abonar la reserva de un asiento de forma forzosa en caso de no querer arriesgarse a esperar hasta el momento del check in con el respectivo madrugón adicional para resolver el trámite.


Con la mente algo más chill y tras un par de Duolingos de francés y de perderme entre las páginas de Lejos De Luisiana, la última novela que estoy leyendo, aterrizamos en Charles De Gaulle. Mi centralizado interés en Disney y el puro desconocimiento de las dimensiones del aeropuerto parisino me hicieron ignorar que la terminal donde llegaríamos, la número 3, era poco más que un almacén de patatas. A ver, tanto no, pero sí que no mucho más que una estación de autobús que una capital de provincia. Ni que decir tiene que fue un autobús el que nos transportó hasta el propio edificio de la terminal porque no habían pasarelas de embarque disponibles ni nada que se le pareciese. Iluso de mí, esperaba llegar y encontrarme con la modernidad y la sofisticación del Charles De Gaulle de Emily In Paris.



Abrazo y anécdotas de viaje mediante, Thiago y yo pusimos en marcha hacia la estación de TGV del aeropuerto en la terminal 2. Lo seguía a él porque yo estaba más desubicado que Julio Llorente en el capítulo de Gen Playz dedicado al afrofeminismo. Una vez más, mi excesiva confianza proyectaba que la estación de tren estaría a pocos metros de la puerta de embarque. Yo caminaba, asentía, veía la vida pasar y comenzaba a ser consciente de la verdadera complejidad del mastodonte aéreo que el Charles De Gaulle. Varios minutos de caminata después llegamos a Roissy Pole, del que salía un tren gratuito que en pocos minutos conectaba con la terminal que buscábamos. Una vez más, menos mal que estaba Thiago, porque llego a ser yo y hubiera cogido involuntariamente un RER hasta el centro de París.

Sobre las 12 (queríamos ir con tiempo por si habían contratiempos con el vuelo) cogimos un Ouigo que nos cubriría la escasa distancia entre el aeropuerto y Disneyland París. Si bien en tierras ibéricas 16 euros es lo que cuesta un Ouigo entre Alicante y Madrid, en el país galo este importe fue el que nos cobraron por recorrer los escasos 10 minutos de trayecto que separan el aeropuerto con Marne La Vallée. Eso sí, curioso cuanto menos montar por primera vez en un tren de dos pisos y maravillado para bien con la puntualidad y comodidad de los Ouigo. Mi ojo analítico, que no deja de trastear nunca, indagó en el servicio de entretenimiento online que ofrecen introduciendo los datos de tu billete y pagando un pequeño suplemento. El catálogo de pelis, series y entretenimiento en tu teléfono u ordenador supera con creces a las anacrónicas películas de stock y canales de música clásica que ofrecen los AVE.


Finalmente llegamos a los subterráneos de la estación TGV de Marne La Valleé y un par de tramos de escaleras mecánicas después ya estábamos en el corazón de Disney Village. Una bienvenida algo fría por los grandes trabajos de obras que se están acometiendo para lavarle la cara al añejo city walk del resort. No estoy muy puesto en los detalles pero al parecer el año que viene este makeover finalizará y traerá locales completamente nuevos y renovados, siempre y cuando los tradicionales retrasos de Disney lo permitan. No es de extrañar, tal y como recuerdo de la anterior visita y lo poco que las abundantes vallas y andamios me permitieron ver en esta ocasión, el actual Disney Village está completamente dated y old fashioned. Su estética tan característica me retrotrae de lleno a ese retrofuturismo europeo que tan de moda estaba en los años 2000. Un look industrial, diáfano y vintage propio de las extintas tiendas Disney y que trae reminiscencias a la estética adolescente de los gráficos y tipografías del Disney Channel dosmilero dejando de lado a la pastelosidad fantasiosa de la franquicia. 



Sin embargo; en pleno 2025 este concepto está ya caduco y los tiempos en los que todos tenían Sandstorm de Darude en el tono de llamada del móvil o se celebraba Clubland con Kate Ryan quedaron atrás. Algunas actuaciones de la zona ya se intuyen, comenzando por el ya inaugurado Rosalie (trá trá) que sustituye al clásico Café Mickey, son reformar el sports bar, mejorar la tienda Lego o inaugurar el nuevo restaurante de mesa italiano Casa Giulia. Espero que con el refurbishment el resort parisino pueda tener una zona de ocio a la altura donde poder disfrutar a la salida de los parques.

Atravesando desvíos y andamios llegamos hasta el lago central donde descansa el globo aerostático de PanoraMagique, con un funcionamiento muy similar a Nao Vigía de Isla Mágica. Bordeando el paseo peatonal entramos al Sequoia Lodge para realizar cuanto antes el check in, dejar las maletas en consigna y tirar corriendo para el parque hasta que estuviera lista la habitación. Thiago, que semanas atrás cuestionaba mi decisión de pagar por una maleta de cabina adicional, se extrañaba ahora de que todo me hubiera cabido en una pequeña mochila y en una maleta. Él finalmente había necesitado pagar dos, lo que en términos de suplementos de Vueling supongo que habría equivalido a un billete en primera clase de Emirates. Al haber hecho el check in online suponíamos que tendríamos prioridad o una cola separada del resto de huéspedes, como ocurre en PortAventura, pero nos equivocábamos. Al final pensamos que no tiene mucho sentido o beneficio para el cliente hacer este trámite online cuando ni ahorras tiempo ni colas.


Como puntilloso he de decir que el momento del check in es probablemente uno de los más importantes dentro de la experiencia en un resort temático. Puede que tu producto sea una mierda, pero si consigues que ese primer contacto del cliente con el mismo sea algo especial, tienes mucho ganado. Es como la parábola de Jesús, el vino y la boda. En las grandes celebraciones se ha de sacar primero el vino de más calidad para dar una primera buena impresión, luego, cuando el comensal ya está ebrio, uno se puede permitir sacar las botellas de vino aguado. Lamentablemente el proceso en Disney fue aséptico, nuclear y frío, con el que fue probablemente el cast member más desencantado de los tres días de viaje. Ni se molestó en darnos un Magic Pass en físico para cada uno ni mucho menos en vincularlo con las entradas al parque para que también nos sirviera para entrar en torniquetes. Mediante la aplicación móvil accedes a Magic Passes individuales que sí sirven para entrar al parque, pero pese a mi juventud cada vez me preocupa el nivel de dependencia que estamos adquiriendo hacia las tecnologías. Igual me quedo sin batería en el teléfono, no me quedan datos o simplemente me apetece dejarme el móvil en la habitación... y debo seguir pudiendo entrar al parque.


He de decir, no obstante, que quedé impresionado y encantadísimo con el trato de prácticamente el resto de trabajadores de Disney el resto de días de la estancia. Siempre con una sonrisa en la boca, amables, divertidos y con un sí en la boca. También noté un avance muy notable en la adaptación de la experiencia hacia el público español desde mi visita en 2017. En ese momento era bastante complicado encontrar a alguien que pudiera comunicarse en castellano o señalizaciones y planos en nuestro idioma. Ahora el mercado español se está imponiendo con fuerza y prácticamente todos los cast members están capacitados para hablar castellano, o al menos ponen sus mayores esfuerzos para ello. Aún así, debo confesar que me pasé prácticamente todo el viaje chapurreando francés nivel A1 de Duolingo cada vez que tuve la oportunidad o comunicándome en inglés (esta vez sí fluido) a la primera de cambio. Como profe de primaria de inglés a tres meses de la titulación no puedo dejar pasar este tipo de oportunidades comunicativas que no se presentan todos los días.

No tuvimos mucho tiempo de detenernos a explorar el hotel (ni ahora ni en prácticamente el resto de días de viaje) pero lo poco que vimos me gustó sustancialmente más que en el caso del Cheyenne que visité en 2017. Una piscina interior espectacular, lounges temáticos muy chulos, tienda, personajes... ya tendremos tiempo de hablar más en profundidad de todo esto pero en general acabamos muy satisfechos. Mencionar cabe que el Sequoia Lodge es uno de los dos hoteles de tres estrellas (categoría intermedia) del parque y que está tematizado como el albergue de un parque forestal estadounidense, con personajes como Bambi o Chip y Chop. Tiene sus añitos pero es muy disfrutable y de notable alto. Para lo que íbamos a pisar nosotros dos el hotel realmente cualquier cosa cerca del parque nos hubiera valido, pero estuvimos súper cómodos.





Pusimos rumbo para el parque madre y tras el baile de San Vito de las Magic Cards conseguimos entrar por los torniquetes bajo el Hotel Disneyland. Se suponía que al ser viernes de enero el attendance iba a ser bastante discreto, pero sin ser nada desmesurado el parque estaba bastante poblado. Atravesamos con relativa celeridad Main Street USA hasta llegar a altura del castillo para hacernos la foto de rigor con el château de la bella durmiente de fondo. Sin tiempo a pararnos a fijarnos demasiado en los detalles (el tiempo apremiaba y queríamos empezar a tachar de nuestra lista atracciones cuanto antes) nos plantamos a Fantasyland para ventilarnos las dark rides menores cuanto antes.

 


Blancanieves marcaba 25 minutos y Pinocho solo 15, así que comenzamos por esta segunda. Compartiendo edificio con su homóloga vecina, Les Voyages De Pinocchio comparte concepto con otras rides espejo situadas en otros parques Disney del globo. No deja de ser una dark ride tradicional cuyo fin es narrar de una forma ciertamente siniestra y oscura (aunque con final feliz) la historia de la archiconocida marioneta. Comenzamos con sets muy orgánicos y simbólicos para transitar rápidamente hacia escenas mucho más abstractas y cartoon, basadas en la luz negra y en el contraste entre la oscuridad y los colores vivos y planos. No es una dark ride que destaque por una destacada factura pero dentro de su concepto clásica está muy bien ejecutada. El storytelling, efectos de audio, animatronics y algún que otro efecto físico básico están completamente a punto dando de sí una ride clásica muy bien mantenida. Al igual que el resto de dark ride de Fantasyland también se apoyan bastante en el uso de proyecciones y efectos de iluminación sorprendentes. Finalmente no pudimos probar la vecina Blanche Neiges (largas colas y horario de operación reducido) pero muchos aseguran que Pinocchio está levemente por encima, aunque esta primera tiene un toque oscuro muy único que también la hace atractiva.


Tiramos hacia la parte superior del área para dejarnos hechas Casey Jr Le Petit Train Du Cirque y Le Pays Des Contes De Fees. Como un credit es un credit, comenzamos por esta primera. Con una cola llevadera de solo unos 10 minutos llegamos a la estación y tuvimos la suerte de catarla en primera fila. Aquí tuvimos el primer choque cultural de la política operativa de Disney, que desconocíamos hasta entonces. Al contrario de lo que estamos habituados en España, para agilizar el proceso de chequeo de seguridad antes de lanzar los ciclos de las rides somos los propios visitantes los encargados de comprobar que está el arnés fijado antes de partir. El operario se para en cada góndola y solicita a los clientes tirar hacia arriba de su lapbar, del arnés o del mitiquísimo yellow strap para comprobar que estamos bien sujetos. En esta ride estábamos recién aterrizados en el parque y no entendíamos que quería la cast member de nosotros mientras nos miraba indicándonos la lapbard y espetaba un sonoro "With your hands!". A partir de aquí entendimos la mecánica.




¿La atracción? Pues bueno, muy cuqui para lo que es: un pseudocredit muy simpático y de raquítica intensidad pensado para los más peques y con unas vistas muy chulas a las escenas de Le Pays Des Contes De Fees. A modo de curiosidad y según RCDB es probablemente la primer montaña rusa del mundo en haber incorporado soundtrack a bordo. Casey Jr tiene una atracción espejo en Disneyland California aunque esta no es una roller coaster powered, sino simplemente un pequeño tren de paseo en miniatura. De hecho, la versión parisina la manufacturó Vekoma y la californiana Arrow Developement, precursora de Arrow Dynamics.





Bajamos de Casey Jr y aunque la idea inicial era hacernos en la misma sentada Le Pays Des Contes De Fees decidimos finalmente skipearla. Al fin y al cabo era un paseo en barca por los mismos escenarios que ya habíamos visto desde las alturas hace unos momentos y nos iba a quitar bastante valioso tiempo antes de la comida al ser una ride de muy lento recorrido. Ya no la haríamos en lo que quedaba de viaje. En este recodo norte de Fantasyland se ubican también los restos de una de las pocas atracciones mecánicas extintas de todo el resort: Pirouettes Du Vieux Moulin. Se trataba de una pequeña y escondida noria mecánica con forma de molino. De las aspas de las estructura colgaban los cestos de la noria. Se inauguró en el 93 rescatando el concept art de una atracción que tendría que haber sido para Disneyland California, pero su baja capacidad la llevó a cerrar en el 2000. Aunque ya no está la atracción si que siguen presentes las aspas y el hueco cilíndrico del suelo estratégicamente cincelado para permitir la carga y descarga de los vagones.


En parte por su proximidad y en parte por mono de E Tickets pusimos rumbo a Adventureland para probar la atracción de barcas "buena": Pirates Of The Caribbean. Me quedé con muchas ganas en 2017 de probarla por el refurbishment que en aquel entonces atravesaba. Sabedor de que paisajismo y theming aparte el de París es probablemente el parque madre más insustancial e impersonal de la cadena Disney, he de decir que su versión de Piratas me parece la mejor de todas (Shanghai aparte claro). Aunque bebe del concepto clásico de todas sus hermanas, su emplazamiento dentro de un fuerte pirata, la calidad de las colas, la estación de carga y varios detalles del recorrido la hacen sentir un par de peldaños por encima. 


Pese al attendance, la cola se nos pasó como un suspiro. No solo es una de las mejores de todo el parque, tematizada como un auténtico laberinto de estancias y pasillos de un fuerte caribeño, sino que las operativas y la naturaleza de la ride la hacen una comepersonas. Me pasaría horas y horas asomado a la barandilla que da a la estación dual viendo como se despachan sin parar barcas y barcas llenas hasta la bandera bajo la ilusión de una noche estrellada del Caribe. Según internet la atracción puede llegar a tragarse más de 4000 personas a la hora. Impresionante. 



Lo que es la atracción me pareció sin ninguna duda uno de los highlights del día. Como todas las dark rides clásicas Disney destaca por ofrecer un concepto muy orgánico y corpóreo de forma deliciosa y bien ejecutada. Todos los mecanismos, sonidos, efectos de iluminación y animatronics gozan de un estado de salud más boyante incluso que el del primer día. No es casualidad, Disney es muy exigente con la salud de las rides y no hace solo mantener al día sus mecanismos, sino ponerlas a punto con mejoras tecnológicas que hagan que sus encantos no pasen de moda. Sobrecoge especialmente montar a la atracción de noche, como más tarde hicimos. La transición entre mundo real y atracción muchas veces se desdibuja y te hace pensar, ¿realmente estoy viviendo esto? Sea como sea, el microuniverso que consigue crear Pirates Of The Caribbean con sus recursos teatrales clásicos es toda una master class de imagineering.

No puedo abarcar todas las cosas que me sorprendieron en persona, pero me gustaría mencionar el revoloteo de las luciérnagas mientras la barca atraviesa el Blue Lagoon ante la mirada de otros comensales o la explosión de los cañones en el mar que transitamos a través de geysers de agua, luz y sonido. Es además una atracción que va in crescendo, comenzando por una atmósfera dramática creada por iluminación y efectos de agua entre escenarios cuarteleros para explotar tras un drop en una escena de ferviente lucha marítima. El drop me sorprendió por ser más alto de lo que esperaba pero bastante más insulso también. Me pilló algo desprevenido al encararlo en completa oscuridad y al no ver "luz al final del túnel" pensé que sería más intenso de lo que esperaba. Su escasa inclinación y la inexistencia de la más mínima posibilidad de llevarse una salpicadura lo hacen muy flojillo. El segundo drop, aunque es incluso más pequeño, tiene el aliciente de acabar entre efectos de luz y sonido simulando una detonación de explosivos. Magistral.

Salimos de allí con tiempo para hacer una última atracción antes de nuestra reserva a las 14h en Walt´s. Probamos suerte con la vecina Indiana Jones, pero 45 minutos de cola nos parecían demasiado para lo que podíamos aspirar en la ride. Volvimos más tarde. Nos pasamos a Frontierland para hacernos Phantom Manor, la única ride del área abierta. Yo creo que uno de los principales problemas de la baja consideración en la que muchos tenemos a Disneyland París es su nula actualización durante todos estos años incorporando nueva oferta con tecnología más contemporánea. Al igual que con Piratas Del Caribe, el parque puede presumir bajo mi opinión de tener posiblemente la mejor versión de Haunted Manor de cualquier recinto Disney del mundo. Sin embargo, la escasa y caduca oferta del parque madre hace que en conjunto no destaque por nada en concreto y se vea plano y pobre.




Phantom Manor carga con el reto de adaptar el purista concepto de la tradicional Haunted Manor de Disney a la temática del lejano oeste. Lo hace sin duda con solvencia y sin caer en clichés, obteniendo un equilibrio perfecto entre frescura y fidelidad al concepto original. La premisa es clara, nos adentramos en la casa de Melanie Ravenswood, hija de uno de las familias más poderosas del poblado de Thunder Mesa. Al más puro estilo docuserie criminal de D-Max, resulta que el padre de la chica ha hecho desaparecer de forma digamos poco ortodoxa a todos los pretendientes de la joven durante todos estos años. Así con todo y al más puro estilo Isabel del Hotel Embrujado tenemos que adentrarnos por la casa de la eterna novia para descubrir el misterio y saber qué ha pasado realmente con los amantes de Melanie.

Lo primero que me gusta de Phantom Manor es el microuniverso tan característico y sofisticado que han conseguido crear paisajísticamente hablando. Muy pocos parques se han atrevido a explorar el mundo del lejano oeste desde la mirada de las clases más pudientes, siempre cayendo en los clichés de las películas western a las que todos estamos acostumbrados. Tal y como recientemente hemos podido ver en PortAventura a través de Hysteria En Boothill, en Phantom Manor no transitamos tabernas, saloones o comisarías, sino que vemos una mirada temática distinta y muy fresca. Aunque muchas estancias y momentos del recorrido traen reminiscencias claras a Haunted Mansion, en Phantom Manor todo desprende un especial buen gusto que mezcla la decadencia y la sofisticación a partes iguales.



La magistral fachada de la atracción se erige en lo alto de una pequeña colina a la que ascendemos en un serpenteo entre balaustradas, escalinatas y pequeños porches exteriores. Desde que traspasamos el portal de la mansión el ambiente es distinto, cargado de una especial melancolía y por qué no decirlo, de tensión. Una vez dentro de la atracción somos partícipes de muchas ilusiones ópticas y físicas que consiguen jugar con nuestra mente. Comenzando por el lugar donde se desarrolla el recorrido sobre los omnimovers. A muchos les llamará la atención la gran extensión del layout en contraposición con lo minúsculo que es el edificio al que entramos. Esto es así porque una vez salimos de la famosa "stretching room" , un túnel subterráneo interior nos lleva a un show building de gigantes dimensiones ubicado tras los límites visibles del parque.

La atracción en sí para los que no estéis familiarizados con ella es una dark ride de corte muy clásico que se realiza a bordo de omnimovers, pequeños vehículos a los que debemos subir mientras todavía se encuentran en marcha. Este sistema de endless chain hace que la capacidad de la atracción sea altísima. Nosotros mismamente no hicimos más de 5 minutos de cola. El recorrido comienza mostrando distintas estancias de la mansión, destacando la clásica pero siempre impactante gran escena del baile desde la galería. Rápidamente y con una transición ingeniosa salimos de la mansión y descendemos al mundo de los muertos. Las góndolas pueden girar sobre sí mismas y esto permite movimientos estratégicamente prediseñados para conseguir efectos determinados y que veamos lo que tenemos que ver en cada momento. No esperéis una atracción excesivamente impactante, no deja de ser un concepto muy orgánico y basado en tecnología clásica. Sin embargo, una vez más está muy bien ejecutado y en conjunto con el pre show y la atmósfera merece mucho la pena.

Nos fuimos corriendo a Walt´s usando el famoso pasadizo "secreto" que une Frontierland y la Liberty Arcade, uno de los dos pasadizos interiores de la Main Street USA. Esta galería interior guarda un pequeño secreto tras una cortina de terciopelo rojo que encontraréis prestando un poco de atención. Accederéis a una pequeña proyección que homenajea al día en el que se inauguró la Estatua de la Libertad de Nueva York. De ahí nos fuimos directamente a comer. Lo cierto es que necesitaba urgentemente sentarme un rato y reponer fuerzas con algo de tranquilidad. Aunque estaba feliz de estar allí el cansancio no me estaba permitiendo disfrutar de las atracciones como me gustaría y recrearme en los detalles como suelo hacer. Estaba bastante espeso después de no haber dormido para nada y además, con mucha hambre.



Walt´s: An American Restaurant es uno de los restaurantes más exclusivos de todo el parque y todo un homenaje a Walt Disney. Las recetas del lugar se inspiran en los platos y tendencias gastronómicas favoritas del cineasta. De hecho, en la cara veréis que cada plato incluye una justificación o un trasfondo. Cuando vimos que este restaurante estaba incluido en el plan de comidas lo reservamos corriendo, hace años si mal no recuerdo solo se podía seleccionar en el plan Premium y ni nos lo habríamos planteado. Es un lugar muy curioso y es que cada uno de los pequeños salones que conforman el restaurante están inspirados en un área temática concreta del parque. Como buen curioso me paseé por todas ellas y tomé algún registro fotográfico. A nosotros nos tocó en la de Frontierland, pegados además a una ventana con unas vistas increíbles de Main Street USA y de un enchufe donde cargar mi móvil, que ya se estaba resintiendo del viaje.



Thiago y yo probamos el pastel de carne con verduras de primero. Me sorprendió para bien, ya que esperaba algo más tosco como el típico pastel de carne murciano que estoy acostumbrado a comer (salvando las distancias) y resultó ser un suave brioche relleno de un guiso delicioso de carne, nata y guisantes. Estaba delicioso. De segundo yo probé el plato más extenso que había en el menú (abarcaba hasta tres líneas de la carta). No recuerdo bien todo, pero era un popurí de arroz, carne con tomate, nata agria, queso y una curiosa lata de porcelana con chili con carne y coronada con una tortita tostada con con un hidden Mickey. Una vez más delicioso. Thiago se pidió unos macarrones con queso rematados con el famoso costrón de queso rallado tostado que Pepe Rodríguez de MasterChef Junior utiliza para impresionar y dar lecciones de buen gusto a los aspirantes en cada edición infantil del talent. Si lo habéis visto sabréis a lo que me refiero. Estaba muy bueno también. El highlight para mí fue el postre, unas deliciosas milhojas de chocolate estampadas con fotogramas de la famosa película Steamboat Willie.





Dato importante. No dudéis en usar el famoso truco de pedir jarras de agua del grifo en los restaurantes, aunque sean de mesa. Nos quedamos ojipláticos al ver que la botella de medio litro de agua de Vittel estaba marcada a razón de 6,50 euros en la carta del restaurante. ¿Sería agua de Lourdes? Sea como sea, pedida "une carafe d´eau" que está bastante buena, fresquita y es completamente gratis. Todo el mundo lo hace.




Al acabar nos fuimos rápidamente a hacer cola para el show de el Rey León "Lion King: Rhythms Of The Pride Lands". Estaba comenzando a lloviznar y un buen lugar para ponernos a cubierto con calor y bajar la comida nos vendría súper bien. Se desarrolla en el interior del antiguo Chaparral Theatre de Frontierland y tiene gran capacidad por pase. A nosotros nos tocó en un punto de visibilidad muy muy bueno y centrado que me permitió sacar buenas fotos. El show está muy muy bien ejecutado (acrobacias, voz en directo de infarto, iluminación muy cuidada) pero igual peca de algo lineal y repetitivo. Aún así y siendo el concepto de musical en directo de toda la vida se agradece la factura tan alta invertida en la producción y lo bien cuidado que estuvo. A mi especialmente me hizo mucha ilusión ver el show porque venía recién de haber visto la nueva peli de Mufasa en el cine en España.






Para mi pesar llegaba el momento de volver a Indiana Jones et le Temple du Peril que ya solo estaba en 15 minutos de cola. El parque comenzaba a vaciarse porque se estaba acercando la hora del desfile y la lluvia y las nubes estaban acobardando a muchas familias que volvían al hotel. Después de mi primera inversión en Furius Baco el pasado septiembre llegaba la hora de enfrentarme a mi primer looping vertical


No tenía muchas ganas (siempre he tenido un pánico brutal a ponerme cabeza abajo incluso haciendo volteretas en la piscina o en el mar) pero pensé que era una oportunidad única de hacerlo en una coaster como esta. Si no me gustaba no pasaba nada, solo era una única inversión y ya estaríamos casi de vuelta en la estación. Aún así había leído muchas muchas reviews malísimas que hablaban de la intensidad de este looping y de la incomodidad y las vibraciones de la coaster. Tenía miedo de que por una mala experiencia aquí no quisiese volver a intentarlo con otros credits en el futuro. Con mis dudas y tras unas colas temáticamente muy acertada, llegué a la estación dispuesto a superar mi miedo. Como ya aventuraba los trenes lucían más tiesos y ortopédicos que una tabla de planchar, con apenas espacio para estirar las piernas y con una visibilidad algo discutible. Me llamó la atención que no hay lockers para dejar las mochilas, sino que debemos llevarlas con nosotros en el viaje. Tampoco me hicieron quitarme las gafas como sí ocurre en la mayoría de coasters intensas.





El layout es básico básico y prácticamente un calco del infame modelo TL-59 de Pinfari, manufacturado esta vez por Intamin y ornamentado con un muy resultón theming que disimula el despropósito. Al César lo que es del César. ¿Aporta alguna cosa especial esta coaster? Difícilmente. ¿Es tan dolorosa y ortopédica como siempre se ha dicho? Creo que es un San Benito algo desmedido que ha cargado injustamente. Es un tanto brusca y temblorosa pero me parece ciertamente bastante disfrutable y riddeable. La sensación del looping vertical fue mucho menos de lo que siempre me había armado en mi cabeza y sin duda, repetí más tarde en el día. Por fin se abre un horizonte muy grande de coasters que no he probado hasta ahora por esta limitación y ahora, sin duda, sí haré.




No sé hasta qué punto merecería la pena desmantelar esta coaster como siempre se ha comentado. Creo que no ocupa tanto espacio como para introducir una novedad interesante y aunque en términos de sensaciones no es nada del otro mundo, funciona bien entre los visitantes y aporta una oferta adrenalínica muy escasa. Cuando cierra Big Thunder Mountain es también un sustituto bastante decente para desfogar mono de coaster. Existe otra coaster muy parecida en Tokyo DisneySea, Raging Spirits, esta mucho más suave y fluida. Aunque permitidme el atrevimiento, creo que de esta manera se pierde gran parte de la poca gracia que puede aportar esta atracción que es precisamente esa sensación de descontrol y chatarrería que sientes al embarcar en una de las vagonetas. Lo imperdonable, eso sí, es que se trate de una atracción de Indiana Jones y este no haga acto de presencia en ningún momento. C´mon, no eres un parque de Cedar Fair que perdió las licencias de Paramount a finales de los 2000, sácale todo el partido que puedas a tus IPs. Simplemente me falta decir, eso sí, que no puedo afirmar con certeza si sería capaz de soportar riddear Indiana Jones en backwards como se hizo en varias temporadas. Mi cuello no lo soportaría.

Después nos movimos hacia la zona de Discoveryland para rematar el día, que a decir verdad entre el horario reducido al ser viernes, que habíamos llegado al parque pasada la mediodía y la extensísima comida en Walt´s había sabido a muy poco. Lo bueno, eso sí, es que después de haber estado sentado descansando durante la comida y durante el show del Rey León ya me encontraba mucho mejor y se me estaba poniendo mucho mejor cuerpo. Indiana Jones había terminado de activarme por el subidón de adrenalina y tenía ganas de aprovechar hasta el último momento del día apurando unas cuantas rides más.



Comenzamos con una ride a la que tenía muchas pero muchas muchas ganas: Star Tours - The Adventures Continue. Durante mi anterior visita al parque en 2017 estaba chapada (y con esta ya van 48686) y me moría de ganas por probar este súper clásico Disney. No soy muy fan de la saga de Star Wars, de hecho sería incapaz de decir más de un par de datos hilados con la certeza de no estar haciendo un ridículo impresionante, pero siempre he sido muy forofo de los simuladores y la idea de sumergirme en mundos paralelos con movimiento, imágenes y sonidos. En este en específico nos montamos en un transbordador espacial para encarar distintas aventuras cósmicas, atravesar paisajes y enfrentarnos a algunas amenazas. Todo está sincronizado con tros efectos 4D y gafas de tres dimensiones.




Tras atravesar unas largas y muy tematizadas colas llegamos al embarque, donde a modo de pre show se reproduce un video de instrucciones. Este momento me arrancó una lagrimilla acordándome del difunto Sea Odyssey. Después accedemos al propio simulador en una curiosa transición a oscuras mediante un puente levadizo. Aunque la oscuridad no permita verlo, transitamos a través del mismo espacio en el que el simulador más tarde se moverá a través de distintos mecanismos. Antes de comenzar el pase las pasarelas se levantan de forma imperceptible para el pasajero y la acción comienza de forma segura.


¿La experiencia? Pues la tecnología que utiliza está ya cascadilla, muy cascadilla. Es un simulador con un movimiento bastante limitado y básico y en términos de sensaciones no tiene mucho que aportar. Sí que es cierto que con el material del que parten se ha sacado petróleo, ofreciendo una versión bastante bien coordinada en movimiento, luz y otros efectos. Sin embargo; en el contexto del 2025 no es una ride que sorprenda excesivamente o aporte cosas nuevas. Sí que me gustaría destacar en contraposición a otros muchos simuladores que he probado que está guay que hayan cosas pasando en otros puntos además de la propia pantalla. La cabina actúa como un todo en vez de ser un simple contenedor de pasajeros y hay otros puntos de acción donde mirar, sobretodo en términos de efectos de iluminación. La peli sí es de bastante calidad y en general el pack de la ride es disfrutable, pero nada excesivamente memorable.




Después de aquí Thiago y yo nos bifurcamos. Él quería (como es normal) probar Hyperspace Mountain. Como yo soy como soy y no me terminé de atrever a montarme por miedo de la sensación de oscuridad y desorientación incluyendo sus 3 loopings me puse a hacer otras rides de la zona. Aproveché que Orbitron estaba completamente vacía y es una flat con muy muy poca capacidad para dejármela hecha. Además, no hay momento mejor que la noche para sobrevolar con uno de estos cohetes la zona de Discoveryland con sus neones y estructuras iluminadas. Aunque no se usa en la actualidad, es muy curioso que en la zona de precarga hay círculos en el suelo para que los asistentes distribuyan a los pasajeros del ciclo en las góndolas antes de entrar a la propia ride, algo que se ve muy poco en atracciones menores como esta.


Una vez acomodado en mi cohete hubo un contratiempo que sigo sin procesar y es que estuvimos 10 minutos de fuera de servicio dado que al parecer un visitante se había dejado su mochila en uno de los cohetes y la atracción no podía arrancar hasta que vinieran a recogerla. Supongo que se trata de un protocolo de seguridad por si el equipaje contiene algún tipo de objeto peligroso y en caso de que no hubieran aparecido sus dueños (como al final ocurrió) habría venido alguien de seguridad del parque para llevarse la mochila a objetos perdidos. Aún así, me sorprendió la exagerada respuesta del parque ante una mochila extraviada parando por completo la atracción durante casi un cuarto de hora.

La verdad que Orbitron me sorprendió como ya lo hizo hace 8 años. Debe de ser la única flat ride de este tipo que consigue producirme algún tipo de sensación por mínima que sea. Alcanza una altura considerable y la velocidad que pilla en los giros no es nada desdeñable. La sensación de volar es realmente bonita y más de noche con las vistas de lujo a toda el área. La cosa de que el cohete esté tan descubierto te hace sentir algo vulnerable y libre y le aporta un toque extra que me encanta. Si queréis sentir el máximo de fuerza centrífruga (no esperéis nada del otro mundo jeje) de la atracción anclad el brazo de la góndola justo el posición horizontal, a media altura. Pena que el ciclo sea tan corto y la capacidad tan baja porque repetiría muchas veces.



Se suponía que hasta que Thiago acabase en Hyperspace Mountain tendría tiempo de riddear también la dark ride de Buzz Lightyear e incluso darme alguna vuelta por el resto de área, pero con la tontería de la mochila me había pasado más de 20 minutos solo para hacer un único ciclo en Orbitron. Como ya estaría a nada de salir decidí refugiarme en el walkthrough de Les Mysteres Du Nautilus, inspirado en 2000 Leguas Bajo El Mar de Julio Verne. De hecho, a diferencia del resto de Tomorrowlands del mundo, el Discoveryland de París ofrece una visión más retrofuturista de la sociedad inspirándose en la estética de las novelas de Julio Verne. Aunque esta premisa se ha acabado diluyendo para dar paso a franquicias como Star Wars es interesante ver cómo querían darle una personalidad especial al resort parisino. Una pena que muchas ideas iniciales de rides y conceptos se quedaran por el camino por falta de presupuesto y el parque acabase siendo mucho más mediocre que lo que hubiera cabido esperar.



Les Mysteres Du Nautilus es un recorrido submarino bajo el lago de Discoveryland recorriendo las estancias del submarino del Capitán Nemo. Al igual que el resto de walkthroughs del parque no presenta un gran atractivo por sí solo, pero es un lugar agradable y con mucho gusto temático que explorar sin hacer prácticamente ninguna espera en la mayoría de los casos. Primero descenderéis unos metros por unas escaleras para entrar en unos pasadizos submarinos que os conducirán hasta la entrada de la embarcación. Atravesaréis la sala de los tesoros, la sala de máquinas, el dormitorio, la sala de refrigeración y la sala principal en la que un gran ventanuco os permitirá observar la fauna marina. Antiguamente se proyectaba el ataque de un pulpo gigante, pero ahora simplemente veréis bancos de peces y otras especies. Finalmente, saldréis de nuevo a la superficie. Mi ojo thrill seeker no pudo obviar el hecho de que el recorrido tiene todo el potencial del mundo para hacer un pasaje del terror de halloween para caerse de culo. Qué pena que estemos hablando de Disney...




Me encontré con Thiago en Café Hyperion y volvimos a hacernos Mysteres Du Nautilus una vez más. Queríamos hacer Autopia aprovechando que no volveríamos a encontrarla con tan bajo attendance, pero estaba fuera de servicio por una avería. Volvimos sobre nuestros pasos a Adventureland, no sin antes esquivar por activa y por pasiva a los miles de visitantes que ya se agolpaban para coger sitio para el show nocturno, con el fin de repetir en Indiana Jones y en Piratas Del Caribe. Cuando en esta primera Thiago acabó demacrado por los golpes contra el arnés y yo gritando con los brazos en alto mientras el tren entraba en la estación, entendí que tenía mucho más potencial para riddear cualquier coaster que me propusiera en el futuro. La última ride de Piratas fue un auténtico lujazo que pudimos vivir casi en solitario.












Con poquitos minutos de antelación llegamos a Main Street USA para ver Disney Tales of Magic, el recién sacado del horno nigttime show de Disneyland París. No sabía bien que esperar ya que no había seguido de cerca el proyecto ni me había producido especial interés. Recordaba eso sí lo que nos encantó a mí y a toda mi familia el ya difunto Disney Dreams en 2017. ¿Conseguiría éste volver a sorprenderme como antaño? Lo cierto es que sí, ¡y vaya de qué manera! Cuando uno ha visto ya de todo y ha sido cómplice de la sobreestimulación a la que estamos sometidos en la sociedad actual, cuesta encontrar un espectáculo que consiga sorprenderte, sentir cosas nuevas y emocionarte. Tales of Magic lo consiguió con creces y puedo decir sin ninguna duda de que fue el momento de todo el viaje en el que más sensaciones corrieron dentro de mí. Cuando el espectáculo acabó solo tenía ganas de llorar y llamarle a mi madre para compartir lo que habíamos vivido y recordar juntos esas bonitas noches que pasamos hace tantos años viendo Disney Dreams a los pies del castillo de la Bella Durmiente.




No quiero haceros mucho spoiler y os recomiendo que si tenéis la oportunidad por favor veáis con vuestros propios ojos el show. Lo defino como una experiencia 4D al aire libre que combina a partes igual la máxima perfección en cuanto a calidad narrativa y de storytelling junto con nuevos lenguajes creativos que os sorprenderán seguro. Vivimos una aventura de más de 22 minutos a través de diferentes películas de Disney y de sus bandas sonoras. Todos los edificios de Main Street USA se sincronizan con la fachada del castillo, luces, fuegos artificiales, sonido y otros efectos para una experiencia sin igual. La moraleja final y el climax os dejarán con los pelos de punta. Para adelantaros algunas cosas que encontraréis: literalmente nevará, lloverá, estaréis dentro de una tormenta y cantaréis clásicos de Coco, Encanto, Vaiana y otros clásicos contemporáneos y no tan contemporáneos de Disney. La selección de filmes es magistral y aunque no haya hueco para que todos tengan una parte principal en el show, hay un sinfín de títulos con guiños en el show que seguro os harán sacar el pañuelo.


Atravesamos el Disney Village y nos fuimos para el hotel. Más decepcionados que sorprendidos no nos había llegado el prometido SMS que recibiríamos cuando la habitación estuviera lista, así que nos pasamos por recepción y de paso solucionamos lo de las Magic Pass en físico. Tras un innecesario pero atmosférico zigzageo por el exterior del hotel llegamos hasta nuestro edificio independiente que escondía la habitación. La verdad que el dormitorio para mí fue una pasada y qué pena no poder disfrutarlo más. Una calefacción súper agradable que ya me gustaría tener en casa, dos camas gigantes súper cómodas, un montón de amenities de bienvenida (botellas de agua, papelería personalizada del hotel, jabones, cápsulas de café...), mesa, televisión plasma, caja fuerte, vistas chulísimas... Incluso teníamos una bañera con una alcachofa discoteca que iba advirtiendo del nivel de agua gastada. Qué pena que apenas nos dejamos caer por la habitación más allá que para dormir y no le sacamos todo el partido posible. 






Cogimos las cosas necesarias para ir a darnos un baño a la piscina. Teníamos 40 minutos hasta la reserva en el Downtown Restaurant del Hotel New York y queríamos aprovechar la piscina climatizada del hotel ya que no tendríamos hueco los días siguientes. Llegamos al vestíbulo de la piscina y había un atasco que ni en la M30 de París. No entendíamos bien qué pasaba, había una cola larguísima y la gente española decía que se había roto el termostato de la piscina y estaba fría, mientras otros que el aforo estaba completo. Ciertamente extraño sabiendo que era un viernes de enero, pero bueno. Después de 10 minutos y tras que la cola se vaciara de gente harta de esperar la recepcionista nos dijo que simplemente el ordenador se había estropeado y le marcaba que habían dentro 20o personas (aforo máximo) mientras que realmente solo habían 20 (XD). Muy amable y servicial nos dio una toalla para cada uno y nos explicó el funcionamiento del vestuario.

 

El sistema para cambiarse y para dejar las cosas es una auténtica gozada. Primero pasas por un lineal de cambiadores para quedarte en bañador y luego hay una sección de casilleros con candado digital para dejar las pertenencias sin ningún coste adicional. Finalmente hay duchas de agua caliente y un pasillo que conduce a la piscina. Con todo lo acontecido tuvimos solo unos escasos 20 minutos que supieron a poco y nada, pero qué pasada de piscina. El agua estaba súper calentita y daba gusto nadar de punta a punta y entre las cascadas que emanaban entre las rocas. El highlight sin duda es el tobogán verde que serpentea desde lo alto de la piscina. Súper resbaladizo, serpenteante y muy divertido. Repetimos varias veces porque nos encantó.





Nos cambiamos deprisa y pusimos rumbo al Hotel New York, relativamente recién reformado para adoptar una nueva temática de Marvel. No tuvimos mucho tiempo de pasearnos por el hotel pero el refurbishment le ha sentado de perlas. Si bien por fuera no hay cambios aparentes, el hotel por dentro parece otro. Súper moderno, sofisticado y reuniendo una combinación perfecta entre sofisticación y la temática Marvel que lo caracteriza. Nosotros fuimos a cenar el buffet Downtown, uno de los más recomendados de todo el resort. La decoración no es nada del otro mundo a decir verdad pero la comida es bastante superior a la mayoría de buffets de los parques y del resto de los hoteles. Está dividido en tres isletas representativas de las gastronomías de la ciudad de Nueva York. En la sección americana hay costillas, macarrones con queso, sopa de maíz o patatas gratinadas. En la sección italiana hay distintos quesos, pastas, pizzas y lasañas. Por último, en la sección asiática hay dim sum, rollitos, salteados y arroces. 





















Todo estaba espectacular aunque por el cansancio y el atracón en el Walt´s tuve muy poco aguante para lo que suelo ser yo en el terreno de los buffets. Me daba mucho miedo comer de más y enfermar estando en el extranjero así que me contuve, dejándome muchas cosas por probar de las que hoy me arrepiento. Como dato curioso, al ser un buffet sí que os incluye una bebida con la pensión.



Nos volvimos a nuestra habitación dando un sinuoso paseo por el lago de PanoraMagique y nos cambiamos y nos pusimos cómodos. Entre broma y broma y poniendo POVs y memes de realities en la cama se nos hicieron las doce pasadas, pero nos dormimos a una hora relativamente decente. Nos pusimos el despertador con el teléfono de la habitación a las 7:30 de la mañana. Queríamos estar listos para las Extra Magic Hours.



Atentos que esto no ha hecho nada más que empezar. Me quedan dos grandes días llenos de aventuras y magia que contaros. Nos vemos pronto.